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Datos para una breve historia de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano


Imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano

Introducción

Los misioneros dominicos siguieron siempre los pasos de santo Domingo, en su obra evangelizadora. No podía ser de otra manera. La evangelización realizada por los hijos de santo Domingo en América ha sido reconocida y alabada por la Iglesia. El venerable padre Jordán de Santa Catalina, hacia mitad del siglo XVI, evangelizó grandes zonas del hoy estado de Oaxaca. Todos los conocedores de aquellas regiones saben algo de la labor realizada allí por los frailes dominicos. Fray Jordán dejó en lo más intrincado de la Sierra Madre del Sur, entre pueblos mixes, la pequeña y devota imagen de Santa María de Juquila. Allí continuamente acuden peregrinos de todos los puntos del horizonte.

No nos cabe la menor duda de que, cuando los dominicos se establecieron en tierras queretanas emplearon los mismos métodos evangelizadores que sus hermanos mayores. En la Sierra Gorda queretana fue fray Luis de Guzman, buen conocedor del idioma otomí, quien trajo la imagencita de la patrona de la Diócesis y la entronizó en la pequeña y humilde misión de Nuestro Padre Santo Domingo de Soriano.

Establecida la Diócesis queretana, el clero diocesano levantó el actual hermoso templo, llamado a convertirse pronto en Basílica de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano. Pero fueron los misioneros dominicos quienes sembraron en el corazón, fuerte y generoso, de los serranos el amor y veneración a la Madre Dolorosa del Divino Redentor. María acompañó a Jesús en el Calvario. De esta manera, con su dolor, María colabora en la vida sobrenatural de cuantos a ella se acercan con fe y devoción.

Para quitar dudas y esclarecer la historia del Santuario de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, hemos estudiado y ofrecemos a sus devotos estos breves apuntes, que hemos entresacado de las Actas de los Capítulos Provinciales de los Dominicos de México, de aquella época.

Los Dominicos en la Sierra Gorda

La Sierra Gorda fue evangelizada por las tres antiguas órdenes misioneras: franciscana, agustina y dominicana. La venerada imagen de Ntra. Sra. de los Dolores de Soriano, fue traída a la Sierra Gorda ciertamente por los misioneros dominicos a finales del siglo XVII. Trataremos de probar esta afirmación en nuestro modesto trabajo.

Debemos advertir que el fundamento del siguiente estudio son las Actas de los Capítulos Provinciales de la Provincia Dominicana de Santiago de México, de 1540 a 1558; cuya colección se conserva en el Archivo del Instituto Dominicano de Investigaciones Históricas de la misma provincia, en el convento de Santo Domingo de Querétaro. Las citamos con las siglas A.C.P. México, el año y la página correspondiente. De no señalar otra cosa se trata del original, en caso contrario lo indicamos por ejemplo: copia mecanografiada. En una orden o congregación religiosa se llama “Capítulo Provincial” a las asambleas de sus miembros para elegir a los superiores o simplemente para tomar los acuerdos necesarios en toda buena organización. En estas asambleas llamadas Capítulos Provinciales o Generales, al final levantan unas actas; en ellas se encuentran muchos datos históricos importantes.

Paisaje semidesértico, Sierra Gorda

Los dominicos se radicaron en la Sierra Gorda a partir de 1687. En la misma fecha fundaron convento en las ciudades de Santiago de Querétaro y San Juan del Río; como centros de apoyo para los puestos misionales de la Sierra. En dicho año, el padre fray Felipe Galindo concluyó su periodo de Provincial de los dominicos de la Provincia de Santiago de México. Él pidió a su sucesor consagrar el resto de su vida a la evangelización de la Sierra Gorda. Previamente había conseguido de la autoridad civil que encomendara a la Provincia dominicana de Santiago de México una parte de las misiones queretanas. Así lo denuncian las Actas del Capítulo Provincial del citado año. Es, pues, fray Felipe Galindo el fundador de las misiones dominicas de la Sierra Gorda.

Dos años más tarde las Actas del Capítulo Provincial nos dan los nombres de los primeros misioneros. En Santo Domingo de Querétaro: Fr. José Bustincia (presidente), fray Juan Sánchez, fray Juan Gutiérrez, frey Pedro Ordoñez y fray Bernardino Gática. En Santo Domingo de San Juan del Río: fray José Navarro 8presidente), fray José Jasso y fray Pedro Gática. Y en la Sierra, en general, sin especificar ningún lugar determinado, asignan a fray Pedro Alderete, fray Agustín Trejo, fray Juan Félix y fray Luis de Guzmán (A.C.P. México, 1968, pp. 21 y 22, copia mecanografiada). Estos nombres lo encontraremos en las Actas Capitulares durante bastantes años en las tierras queretanas.

De momento los misioneros se alojaron en ambas ciudades en pequeños hospicios (este nombre nos dan las Actas Capitulares). Hoy los llamaríamos hospederías. Inmediatamente comenzaron las obras de construcción de las dos hermosas iglesias y conventos dedicadas, por el pueblo cristiano al padre Santo Domingo en las ciudades de Querétaro y San Juan del Río. Ambas iglesias con sus conventos fueron concluidas los últimos años del siglo XVII, como las podemos contemplar hoy. El convento de San Juan del Río se conserva casi íntegro, no así el de la ciudad capital que ha sufrido muchas mutilaciones y cambios en su estructura.

Cuatro años más tarde en las Actas del Capítulo Provincial de Santiago de México (1693) encontramos plenamente constituidas las misiones dominicanas de la Sierra Gorda. Las Actas Capitulares señalan los puestos misionales, el número de sus habitantes y el padre misionero de cada una de las misiones de la siguiente manera:

1ª. Nuestra Señora del Rosario de la Nopalera. Tenía “cincuenta vecinos” (250 personas). Misioneros: fray Juan Félix de la Sierra.

2ª. San José del Llano, actualmente Vizarrón. Tenía “setenta vecinos” (350 personas). Misionero: fray Agustín Trejo.

San José de Vizarrón, Cadereyta

3ª. Nuestra Señora de los Dolores de Zimapán. Tenía “ciento veinte casas”. Calculando a cinco personas por casa, nos da un total de 600 personas. Misionero: fray José Navarro.

4ª. Nuestro Padre Santo Domingo de Soriano. La habitaban “seiscientas personas”, y le daba por misionero al padre fray Luis de Guzmán.

5ª. San Miguel de la Cruz Milagrosa (San Miguel Palmas). La población era de “cien vecinos” (quinientas personas). Misionero: fray Juan Gutiérrez.

6ª. Nuestra Señora de Guadalupe de Ahuacatlán. Constituida por “cincuenta familias” (doscientas cincuenta personas). Misionero: fray Esteban López.

7ª. Puginguía. Formada por “ciento treinta familias” (seiscientas cincuenta personas). Misionero: fray Lorenzo Pinto. (vide: A.C.P. México, 1693, pp. 14-16).

Esta misión de Puginguía figura en las Actas Capitulares solamente el año de 1693. En cambio desde el siguiente 1697 hasta 1733 las Actas Capitulares asignan misioneros a Santa Rosa de Xichú, además de los lugares ya citados. Tenemos por lo tanto que, entre los primero puestos misionales dominicanos, es Zimapán el consagrado a Nuestra Señora de los Dolores. Esta misión estuvo regentada por los dominicos desde 1687 hasta poco después de 1701, según las Actas de los Capítulos Provinciales. Después desaparece. Es decir que los dominicos vivieron en Zimapán poco menos de veinte años.

¿Por qué abandonaron los dominicos la misión de Zimapán?

Las Actas de los Capítulos Provinciales no nos dan ninguna explicación. Como hemos visto, el poblado de Zimapán contaba con bastantes habitantes (seiscientas personas); pero no podemos olvidar que los indígenas de aquella época eran nómadas por naturaleza. Acampaban donde encontraban mayores condiciones de alimentación, sin molestarse en trabajar la tierra. En segundo lugar la misión de Nuestra Señora de los Dolores de Zimapán estaba enclavada en lo más abrupto de la Sierra. Véase el trabajo de Don Manuel Palacio Puron, Nuestra Señora de los Dolores de Zimapán, “México Desconocido”, núm. 210, p. 16 y ss. (Agosto de 1994).

Estas dos razones eran suficientes para cerrar la misión. Esto sucedió después de 1701 y antes de 1705. Las Actas Capitulares señalan como misioneros de Zimapán en aquellos años a los padres fray José Navarro (dos veces), fray Francisco Saenz y fray Esteban Mendoza. El Padre Esteban Arroyo, en su obra Las Misiones Dominicas en la Sierra Gorda de Querétaro, página 210, publica el auto del traslado de la Misión de Santa María de los Dolores de Zimapán a Maconí. Nos da la fecha de 24 de julio de 1703, siendo misionero fray Esteban Mendoza. Cerrada la Misión de Zimapán los misioneros se llevaron a otra los objetos de culto y con mayor razón la bella y devota imagen de Nuestra Señora de los Dolores.

Ahora bien, la imagen de la celestial patrona de la diócesis de Querétaro que veneramos en el santuario llamado de Soriano, ¿es la misma que los misioneros dominicos llevaron a Zimapán en el siglo XVII? Yo pienso que ciertamente es la misma. Los señalamientos cronológicos nos convencen. Veámoslo.

Según la tradición, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores se veneró en Maconí, los primeros años del siglo XVIII. Véase la obra de Monseñor Dr. Jorge Ruiz Martínez, Apuntes Históricos acerca de la Venerada Imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano (editorial Jus, México, 1967, p. 39). La misión de Maconí no figura en las A.C.P. de los dominicos de México; pero esto no obsta para que, algún tiempo, fuera atendida por ellos. El padre Jorge Ruis afirma que “según una antiquísima y constante tradición, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano se veneró en la primitiva iglesia de Maconí. Ahí es precisamente donde debemos situar la misión de Nuestra Señora de los Dolores, que el virrey, conde de Revillagigedo, enumeró como misión de los dominicos” (o.c., p. 39).

Nosotros pensamos que la devota imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano comenzó a venerarse en Zimapán (hoy estado de Hidalgo, próxima a Maconí). Precisamente en aquellas fechas se suscitó en Maconí la lucha por su libertad revelándose contra la autoridad española. Incendiaron y destruyeron la pequeña misión cristiana, en la cual quedó enterrada algunos años la venerable imagen de Nuestra Señora de los Dolores, sin perder su belleza. Recuperada de los escombros la sagrada imagen por los misioneros dominicos, estos la llevaron a la misión de Nuestro Padre Santo Domingo de Soriano.

Antigua Misión de Santo domingo y actual basílica, Soriano

¿Qué Padre fue el autor de estos traslados?

A Zimapán seguramente la llevó fray Felipe Galindo o fray José Navarro, primeros misioneros dominicos de aquellos lugares. De Zimapán a Maconí, fray Esteban Mendoza, último misionero dominico señalado en las Actas Capitulares ya citadas. Parece más difícil precisar quién la trasladó a Soriano. Nosotros pensamos que fue fray Luis de Guzmán. El cual sucedió a fray Felipe Galindo como Vicario Provincial de todas las misiones. Por el momento carecemos de la documentacipon necesaria. El traslado de la venerada imagen de Nuestra Señora de Dolores desde Maconí a Soriano se realizó hacia 1714. Fray Luis de Guzmán conocía perfectamente las lenguas del náhuatl y otomí, era muy querido por los indígenas y muy respetado por los españoles. Sin duda es el fundador de la misión de Nuestro Padre Santo Domingo de Soriano en 1687.

Quien desee conocer mejor a este excelso misionero, pacificador de la Sierra Gorda, encontrará datos suficientes en el “Informe de fray Luis de Guzmán al señor virrey de México, Don Francisco Fernández de la Cueva” en “La misión de Santo Domingo de Soriano, un pueblo chichimeca”, p. 166 y ss., por J. Jesús Solís de la Torre, Querétaro, 1997. El padre Luis de Guzmán fue nombrado por el Señor Virrey, Visitador de las Misiones. La Orden dominicana le confió el oficio de Vicario Provincial de las Misiones de la Sierra Gorda y de los dos conventos queretanos. Además el Señor Virrey le entregó el poder civil sobre la Sierra Gorda. Él lo ejerció paternalmente en favor de los indios y de las Misiones. Él había fundado la Misión de Nuestro Padre Santo Domingo de Soriano. (Véase la obra citada del padre Esteban Arroyo, pp. 128 ss., 147 ss., y 158 ss.).

Encontramos una dificultad: las pinturas que aparecen actualmente en la sala posterior al ábside de la pequeña misión de Nuestro Padre Santo Domingo de Soriano, señalan el año de 1614 como fecha de la llegada de la sagrada imagen a esta misión, lo cual es imposible; por la sencilla razón de que en tal fecha no existía esta misión. Pueden los científicos de hoy realizar un magnífico servicio a la Verdad y a la Santa Iglesia, estudiando y analizando a qué época pertenecen los colores y las pinturas de la citada Sala de la antigua iglesia dominicana de Soriano, ciertamente fundación dominica, como lo vamos a ver.

¿Son del principio del siglo XVII?, o dichas tintas y pinturas ¿pertenecen a los principios del siglo XVIII, c. 1714? La Verdad nos hace libres es el lema de la Orden de santo Domingo. El periodo de mayor esplendor de las misiones dominicas de la Sierra Gorda fue, sin duda, antes de la mitad del siglo XVIII. Poco después de cerrar Zimapán, los dominicos abandonaron Vizarrón, hacia 1713; La Nopalera hacia 1717; y Xichú hacia 1730. En las A.C.P. no encontramos ningún motivo de este abandono. Podemos vislumbrar las causas del cierre de esas misiones dominicas en los problemas entre encomenderos e indígenas citados en el informe de fray Luis Guzmán al señor Virrey.

Altar principal de la Basílica de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano

En cambio las Actas Capitulares de Santiago de México, denuncian, con gran amargura y dolor, que por orden del señor Virrey entregan la misión de Nuestro Padre Santo Domingo de Soriano a los padres franciscanos de la próxima misión de San Francisco Tolimanejo. (A.C.P. México, 1749, p. 5). La misión de Santo Domingo de Soriano la habían levantado los dominicos desde sus cimientos, y no sólo la pequeña iglesita y el insignificante convento, sino que con sus propias manos habían ayudado en la construcción de todo el poblado, al cual impusieron el nombre: Misión de Nuestro Padre Santo Domingo de Soriano.

Más tarde las Actas Capitulares afirman que los dominicos no sólo trabajaron con cuidado la vida espiritual de los indios, sino que los habían reducido, durante más de cincuenta años de esforzados trabajos, de una vida nómada y bárbara a la noble convivencia humana. Por esta razón, los padres capitulares en 1749 se lamentaban de ser obligados por el señor Virrey abandonar su ministerio apostólico en Soriano. Pocos años después igualmente se vieron forzados a entregar la misión de Nuestra Señora de Guadalupe de Ahuacatlán, para convertirla en parroquia entregándola a ña arquidiócesis de México, el 30 de julio de 1756 (A.C.P. México, 1760).

Ahuacatlán de Guadalupe, Jalpán

Entre los misioneros dominicos de Ahuacatlán debemos citar a fray Bernardo de Arancivia. Este misionero figura, en las Actas Capitulares de México, asignado sin interrupción, durante veinticinco años, desde el primero del siglo XVIII hasta 1725 a la misión de Nuestra Señora de Guadalupe de Ahuacatlán. Después desaparece. Don Jesús Solís de la Torre nos ha informado que el acta de defunción del padre Bernardo la ha encontrado en el libro de difuntos de la misión de Ahuacatlán que actualmente se conserva en el archivo parroquial de Escanela. Según esta acta, el padre Arancivia, falleció asesinado por los indios, pocos años antes de 1730, firma dicha acta de defunción fray Miguel del Valle, su sucesor en la misión de Ahuacatlán. En aquella época las actas no indicaban, con regularidad, los nombres de los religiosos fallecidos en el cuatrienio anterior.

Los dos capítulos últimos del siglo XVII, es decir, los de 1693 y 1697, destinan a fray Bernardo de Arancivia al convento de Santo Domingo de la ciudad de México, como estudiante entre otros muchos. En 1693 era acólito, es decir recién profeso, el año de 1697 era ya subdiácono. Por estos datos deducimos que en 1693 nuestro misionero tendría alrededor de veinte años de edad y, por lo mismo, habría nacido hacia 1673. Por lo tanto al ser asesinado, hacia 1728, andaría en sus cincuenta y cinco años de edad. Fray Bernardo de Arancivia, misionero dominico de la Sierra Gorda durante el primer cuarto del siglo XVIII, ¿murió por causa de la fe? ¿Es el padre Bernardo un mártir de la evangelización de la diócesis queretana?

San Miguel Palmas, Peñamiller

Los dominicos, por lo tanto, quedaron limitados en el hoy estado de Querétaro, a los dos conventos de San Juan del Río y de la hoy capital del estado, y a la misión de San Miguel Palmas. Las tres entidades perduraron, bajo la administración dominicana, hasta después de las Leyes de Reforma. Esta secuencia cronológica nos conduce a deducir que la sagrada imagen de Nuestra Señora de los Dolores, venerada en Soriano, es la misma que antes recibió culto en Zimapán (1687 a 1703), luego en Maconí (1703-1714), donde sufrió los estragos de la misión. Finalmente, desde 1714 hasta nuestros días en Soriano. Esta secuencia cronológica puede ser discutibles; pero es obvio que el sobrenombre Soriano fue impuesto pos los misioneros dominicos. Y que estos administraron la misión de Santo Domingo de Soriano desde su fundación en 1687 hasta 1748.

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