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Bartolomé de Ledesma, OP: Fraile, Obispo, Filósofo y Teólogo novohispano


Nació hacia el 1524 en Niera, España. Estudió en la universidad salmantina y entró a la Orden de Predicadores en el convento de San Esteban. Profesó como fraile dominico el 19 de marzo de 1543. Al ser nombrado arzobispo, Montúfar lo trajo a México como consejero en 1551; en México fue lector en el convento de Santo Domingo y catedrático en la universidad mexicana; para 1563 es incorporado como maestro de teología en la universidad, y en ella recibió el grado de doctor en la cátedra de artes (filosofía) el 15 de abril de 1567, en este mismo año recibió la cátedra de prima de teología. Fue también calificador del Santo Oficio, y siendo obispo de Oaxaca, fundó una cátedra de teología moral y después el colegio de San Bartolomé.

Siendo Ledesma profesor de teología, Montúfar le encargó que redactara un libro que ayudara a entender y aplicar los sacramentos en esas tierras de misión. Compuso para esta ocasión su famosa Summa de Ledesma, o Summario de los sacramentos, cuyo título completo es De septem novae legis sacramentis summarium, por primera vez impresa por Antonio Espinosa en México en 1566, después en Pamplona en 1581 y por último en Salamanca, por Matías Guast, en 1585. Escribió varias obras, pero quedaron en el fondo del mar cuando iban a España para su publicación.

En 1574 Ledesma era prior del convento de Santo Domingo. Para 1579 se encontraba en Perú donde regentó la cátedra de prima de teología hasta 1581, cuando fue nombrado obispo de Panamá. Pero muy pronto fue nombrado obispo de Antequera, Oaxaca, donde fundó el colegio de San Bartolomé. En la catedral erigió una cátedra de teología moral donde se leería su Summa perpetuamente leída por un dominico. Asistió al tercer concilio provincial mexicano en 1585, de suma importancia porque fue decisivo por los problemas de la conquista que se abordaron. Murió en Oaxaca, siendo obispo, el miércoles de ceniza de 1604.

La Summa de Ledesma es una obra de teología sacramental, aunque puede verse en ella mucho de la enseñanza filosófica que impartía en México. Por ejemplo, al principio de la obra trata del sacramento en general, y como el sacramento es un signo, tiene observaciones y exposiciones sobre el signo. En su exposición del signo sigue la doctrina tomista, pero la rodea de muchos autores clásicos, como era usual en su época –en especial, se refiere a Cicerón. Además, encontramos precisiones muy agudas y una exacta utilización de la noción metafísica de substancia en su tratado sobre la eucaristía, en las dificultades XI, XII, XIII, XIV y XVII. Todo ello nos habla de su competente docencia en artes o filosofía.

En esta obra, la única que se conserva, estudia los sacramentos procediendo por dificultades o cuestiones, las desarrolla siguiendo una línea correctamente sistemática. Trata primero de los sacramentos en general y luego de cada uno de los siete en particular. En cuanto a los sacramentos en general, aborda los temas de las causas y constitutivos de los mismos y de sus efectos. Establece que los sacramentos no solo son signos sino signos sensibles de la gracia, por lo cual requieren de cosas y de palabras. Pero determinadas palabras que no se deben cambiar ni añadir. Entre otros temas, discute la jerarquía de los sacramentos, concluyendo que el principal de todos es la Eucaristía, pero sin el Bautismo no puede tenerse ninguno. Después trata cada sacramento, a los dos primeros los trata de manera más breve que el resto, y de singular modo dedica extensión en su explicación al de la Penitencia por las especiales dificultades que encontraba en la evangelización de América.

En todos estos temas se ve la ingente erudición de fray Bartolomé, estudioso y sabio dominico, y sobre todo su preocupación como obispo del pueblo que era pastor, Panamá y Antequera. Fue un hombre apostólico dedicado a servir a su gente en la administración de las más preciadas fuentes de la gracia, que son los sacramentos, y lo hizo con cuerpo y alma, en la teoría y en la praxis. Cumplió en su pensamiento y en su actividad el ideal dominicano de la contemplación que se entrega de manera concreta en el apostolado.

De este fraile obispo novohispano en la Biblioteca del Instituto Dominicano de Investigaciones Históricas está en el acervo antiguo un ejemplar de su obra en dos tomos empastados en un solo volumen impreso en Lisboa por Pedro Crasbeeck en 1617.

Bibliografía:

Arroyo Esteban OP, Episcopologio Dominicano de México, México, IDIH-Gobierno del estado de Querétaro, 1998.

Beuchot Mauricio OP, Filósofos dominicos novohispanos. Entre la universidad y sus colegios, México, UNAM, 1987.

Beuchot Mauricio OP, La Teología de los dominicos Novohispanos de México, en el siglo XVI, Cuaderno presencia dominicana, 500 años, 1992.

Beuchot Mauricio OP y Melcón Ángel, Los dominicos en la Real y Pontificia Universidad de México, Cuadernos Dominicanos, Ensayos 10, 1984.

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